No es una tarea que deban modificar las niñas/os, es algo que está en nosotros, los adultos, y que desde la escuela, al igual que desde la familia y desde los medios de comunicación debemos cuidar.
Nos centraremos en dos factores principales, que son los que hacen que de generación en generación se sigan transmitiendo los mismos estereotipos de género:
Actitudes:
-Adjetivos con los que nos referimos a las niñas y a los niños (guapa-machote…).
-Tono de voz (agudo para niñas y grave para niños).
-Reparto de tareas en el aula (niñas limpian y ellos acciones relacionadas con la fuerza…).
-Disfraces y formas de relacionarse (boxeador-princesa…).
Expectativas:
Consciente o inconscientemente maestros/as esperamos que las niñas sean dóciles, responsables, ordenadas… y a su vez, esperamos de los niños que sean trastes, dejados, desordenados e irresponsables.
Por este motivo, si algún alumno rompe estos esquemas que tenemos tan asentados en nuestra mente, nos choca e inevitablemente lo expresamos, incidiendo así en la diferencia y mostrándoles un patrón de conducta que deben seguir para ser “normales”.
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